jueves, 24 de enero de 2013


Erik Sprague se ha tatuado la piel de color verde y con escamas, se ha efectuado implantes subcutáneos, se ha afilado los dientes y bifurcado la lengua.


La curiosa vida de Erik Sprague, el hombre lagarto

Erik Sprague se transformó en el hombre lagarto. Este hombre se tatuó su cuerpo con escamas y lo pintó de verde, se limó los dientes y se operó la lengua, ahora bífida, porque no estaba "a gusto" con su cuerpo. Lo único original son sus ojos, verdes



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El hombre lagarto (The Lizard Man) lleva tatuado sobre su torso la palabra "freak" (monstruo) pero nada más lejos de la realidad. Tranquilo, afable y educado, sabe el interés que despierta y lo potencia, si es necesario, rotando sin parar su lengua bífida.
En una entrevista con la agencia EFE se califica como "artista". De hecho, este tejano de 40 años se dedica a la comedia y a realizar espectáculos con espadas y pinchos, por supuesto, mostrando su cuerpo, tatuado en un 70 por ciento de color verde, aunque el resto se lo teñirá en breve.
Tras una reflexión de tres años, cuando cumplió 21, decidió transformar su cuerpo. Estudiaba filosofía y arte, y explica que a su madre "no le sorprendió lo más mínimo" y que su familia demostró tener una "perspectiva muy positiva" sobre su cambio.
"Quien me conoce como persona y como artista sabe que desde que era un niño me pintaba la piel y mi desarrollo ha sido muy natural y orgánico", comenta mientras
Justifica su cambio porque le gusta "el aspecto de los lagartos", y señala que otra de las razones que lo llevó a optar por este animal es que en todas las culturas
"los reptiles han simbolizado el poder, desde la historia del Edén a los dragones". Y esta ha sido su "oportunidad de ser un símbolo de poder".
Reconoce que lo más doloroso de su transformación ha sido "sin duda" los cinco implantes de bolas de teflón que lleva colocados sobre sus cejas y que producen el abultamiento característico de los lagartos en esa parte del cuerpo.
"Vomité y tuve alucinaciones", consecuencia de realizar la intervención quirúrgica sin anestesia. Los implantes se los injertó un ingeniero experto en este tipo de material, autorizado para realizar este tipo de cirugía pero, curiosamente, sin licencia para administrar la dosis de anestesia.
Piensa que la vejez y las arrugas le añadirán "carácter e interés" a su físico y cree que será:
"la persona más extraña en la residencia de ancianos".

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